18 de enero de 2011

El precio de tener medio millón de amigos

Sin duda alguna el 2010 fue un gran año para Facebook:  Por un lado, alcanzó los 500 millones de usuarios en 207 países, la red social es valuada en 25 billones de dólares, su creador y co-fundador Mark Zuckerberg fue declarado el hombre del año por la Revista Time y aunque no es un logro propio, la película The Social Network fue galardonada con un Golden Globe a la mejor película, y no sorprendería que recibiera un reconocimiento similar en la próxima entrega de los SAG Awords o los Premios Oscar

La genialidad de la película se puede otorgar a muchos factores: la calidad de su dierctor, David Fincher, quien ha estado al frente de otras películas como Se7en, Alien 3, Fight Club o The Curious case of Benjamin Button; el guión particularmente adaptado del libro de Ben Mezrich por Aaron Sorkin, los efectos que recrean a los gemelos Winklevoss a partir del mismo actor, el soundtrack (descargable en el vínculo) creado por el fundador de la banda de metal Nine Inch Nails, el reparto, la estructura dramática, en fin... Sin embargo uno de los grandes encantos que encontré en el filme está en la forma como refleja algunos componentes de la condición humana en la actualidad.

"Irás por la vida pensando que no le gustas a las mujeres porque eres un nerd, quiero que sepas desde el fondo de mi corazón que no será por eso. Será porque eres un imbécil" Es una de las frases con las que inicia la cinta y da inicio a un recorrido por el ego y la información sin discriminación de lo público y lo privado, traspasando barreras de seguridad, confianza y lealtad, y en donde la vida se empieza a digitalizar en masa y la popularidad puede llegar a ser lo más importante.

Puede ser que Facebook haya transformado la vida de Marck Zuckerberg hasta convertirlo en el billonario más jóven del mundo; sin embargo al ver la película, confirmo que la trasnformación real ha sido para la sociedad y sus formas de comunicarse, de conectarse, de querer pertenecer a espacios exclusivos de  relacionamiento y encontrarlos en el mundo digital. Y aunque no ocurre en todos los casos, hoy nos encontramos en una red social que no duerme, con millones de máscaras, de álter egos queriendo encajar en una falsa estructura social creada desde un algoritmo matemático que pareciera no tener un fin cercano y que en la vida real se refleja de la misma manera: de apariencias, deseos reprimidos, obseciones y algo de amor escondido y expuesto a la vez. 

Cierto o falso, la verdad es que Facebook abrió las puertas a múltiples posibilidades de estar interconectados, de mostrar lo que somos o lo que queremos ser, de compartir, de ocultar hasta cierto punto nuestras grandezas y bajezas, de viralizar, vender, agruparse, conocer gente, negociar, jugar, desarrollar, aprender y sobre todo de creer suplir necesidades que seguramente sólo se sustituyen en la vida real.
"No eres un idiota, pero te estás esforzando demasiado por serlo"

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